viernes, 28 de septiembre de 2007

LA COSA NOSTRA EN LA UNIVERSIDAD ESPAÑOLA

Comenzamos este periplo con un artículo que es toda una declaración de principios. Lo escribió en el 2006 un hombre de ciencia, el hijo de un sabio escritor castellano que apostó por la honestidad y el sentido reformista en un país con esa alma de gañanes que él conocía tan bien. Miguel Delibes retrató en El hereje el ibérico espíritu inquisidor, la persecución de los espíritus libres y excelentes, el culto a la sumisión, el régimen señorial castrador de la España de Felipe II... Tras años de democracia europea parece que esos usos y costumbres no han desaparecido del todo, tampoco de nuestra universidad. Así lo denuncia Miguel Delibes Castro en El País:







martes, 28 de agosto de 2007

CARTAS AMERICANAS DE UN EXILIADO VOLUNTARIO

Tuve la desgracia de estudiar dos cursos en Chapel Hill, una de las mejores universidades norteamericanas de humanidades. Luego recalé en la Universidad de Zaragoza, mi ciudad, para estudiar Historia del Arte. El choque fue tremendo. No es que estuviera en otra universidad, estaba en otro planeta. El planeta de la improvisación, el mamoneo, la endogamia, el clientelismo, el nepotismo, el oportunismo… La excelencia, el rigor, la ciencia eran meras palabras para poner en los escritos. La realidad era la contraria.
Lo peor es que este sistema que beneficia al profesorado más mediocre -los mejores no encuentran sitio en esta dinámica de” vasallaje e investidura”- es avalado por unos estudiantes despistados, desinformados, desmotivados… Escribo esto de nuevo desde Chapel Hill, a donde retorné en agosto de 2007, gracias a otra beca, para terminar mis estudios de Humanidades. Escribo esto ahora que he convalidado los dos años perdidos que pasé allí.
Los estudiantes españoles creen que lo ocurre en su universidad es normal, pero visto desde fuera es terrorífico. No hay ninguna universidad ibérica entre las cien primeras del escalafón mundial, nuestra producción científica ha mejorado en los últimos años pero sigue siendo escasa. Pero el problema es que nuestro sistema está podrido, porque no garantiza el acceso de los mejores, no fomenta la excelencia, es un coto cerrado funcionarial al que se accede por un meritoriaje trufado de endogamia. Esto se da especialmente en el área de humanidades. Especialmente aquí los vicios de la universidad franquista se han mantenido mudando de protagonistas. El auténtico cambio democrático no ha llegado a la Enseñanza Superior. Los privilegiados del sistema se escudan en la defensa de la enseñanza pública, en los derechos laborales y en una retórica “progre” que en realidad oculta un sistema arcaico e injusto, el de siempre.
El verdadero progresismo se manifiesta en la universidad española enfrentándose al establishment privilegiado que, curiosamente, se las da de progresista. Como ocurriera con el nazismo, todos están implicados en el mantenimiento de esta ignominia. Algunos la critican por lo bajo, pero siguen asumiendo tesis indefendibles, candidatos infumables, mantienen la ruleta de los favores debidos. En este chafarrinón de mentiras, se entrecruza el Plan Bolonia, que pretende “modernizar la universidad”, aunque en realidad es otro capítulo del desmontaje del Estado de Bienestar que ya está en marcha en Europa. Pero en su contra se alinean muchos integrantes de la casta privilegiada (profesores titulares, catedráticos) para defender a toda costa sus privilegios feudales, no sea cosa de que les vayan a exigir resultados, asistencia, calidad… Todas esas cosas que sí trae de bueno el Espacio Europeo de Enseñanza Superior.
Así pues está la miserable universidad española en el contexto de una universitas europea no especialmente brillante. Como ocurre en la política, se desvía la atención con conflictos magnificados (Bolonia) para esconder la verdadera reforma que promueva una universidad de la excelencia. Para ello hay que acabar con el “vasallaje e investidura”, con la endogamia reinante que garantiza el imperio de la mediocritas… Y a eso no está dispuesto un claustro ibérico tan “progresista”.
                                                           Isidro Casamián Orea
                                                           Chapel Hill (NC, USA), 28 de julio 2007